Bueno,
primero que nada, decir que Dr.
Strangelove es una deliciosa comedia anti bélica que a pesar de ser una
sátira, es muy sutil. Stanley Kubrick
plantea una situación hipotética tan calamitosa como plausible: ¿qué pasaría si
el pánico se apoderara de un oficial de alto rango y a causa de sus paranoias,
desatara una guerra nuclear incontrolable?
Esta
interrogante, en plena Guerra Fría, habrá servido de reflexión a más de un
estudioso político del momento.
Si bien en un
principio el film estuvo pensado como un proyecto de temática seria, vemos que
Kubrick lo que hace es divertirse sobremanera, y divierte también al
espectador, porque hay que decir que aunque no sea una película humorística al
100%, los chistes que en ella se presentan son precisos.
Cabe destacar
que este film tiene, en mi opinión, el guión más completo de los que escribió
(o, mejor dicho, adaptó) durante su carrera. Los parlamentos son concisos, pero
muy inteligentes, y explican de manera clara lo que está sucediendo.
Otro punto
fuerte son los personajes. El que interpreta George C. Scott parece sacado de una base militar norteamericana
real. Planteando teorías descabelladas, acostándose con su secretaria y
entusiasmado con los desaforados planes reproductivos del Dr. Strangelove (Peter Sellers). El de Sterling Hayden es otro ejemplo:
anticomunista hasta la médula, y detectando conspiraciones hasta en su mismo
despacho de general.
A destacar
también los decorados y la música, pues como en la Naranja Mecánica la elección
de temas fue soberbia.
En definitiva
es una cinta extraordinaria que invita a la reflexión, y además perfectamente
bien relatada por uno de los “genios cinematográficos” más prodigiosos que que
han existido en el siglo XX.
Si no me
crees, te invito a ver otra de sus aclamadas películas. En este caso me refiero
a 2001: Una odisea en el espacio (1968), en el que por primera vez se toca el
tema de la “Inteligencia Artificial” de forma seria.
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