Dallas Buyers Club es la película que completó la
transformación de galán a actor de verdad de Mathhew McConaughey. aquí dicho histrión interpreta a Ron Woodroof un electricista, que
además es vaquero en un rodeo. Aparte, le encanta beber, consumir drogas y
acostarse con prostitutas.
Después de
sufrir varios desmayos sin razón aparente, pierde el conocimiento mientras se
encuentra trabajando. Luego de un tiempo abre los ojos y se da cuenta de que
está tumbado en una cama del hospital. Uno de los médicos que le atiende le
dice que ha
contraído el virus del VIH
o SIDA.
Cabe aclarar
que la cinta se encuentra situada a mediados de la década de los años 80,
cuando se pensaba erróneamente que esa enfermedad, sólo la podían contraer
aquellas personas que compartieran una jeringa o bien los homosexuales.
Los doctores le
prescriben a Ron un tratamiento basado en AZT,
pero luego éste se entera de que participa en un experimento en el que hay dos
grupos. A uno de ellos le darán la medicina real, en tanto que al otro le
otorgarán únicamente un placebo.
Posteriormente,
hace un trato con uno de los empleados del hospital, quien le proporciona el
fármaco correcto, hasta que el experimento se agota.
Cuando esto
ocurre, el enfermero le indica a Woodroof, que su mejor opción para continuar
con vida es ir a México a recibir la ayuda de un doctor que ofrece tratamientos
alternativos.
Ese viaje le
servirá a Ron para dos propósitos fundamentales: Saber que hay medicamentos que
están prohibidos en su país, pero que al parecer dan mejores resultados que los
autorizados por la FDA.
Mientras tanto,
el segundo propósito tiene que ver con la puesta en marcha de un negocio de
venta de fármacos, al cual denominará como un “Club de desahuciados”. En eso, hará amistad con Rayon (Janed Leto), un travestí al que también se le ha dignificado el
virus del SIDA.
Completa el
elenco estelar Jennifer Garner, como
la doctora Eve, una mujer que se
preocupa por sus pacientes y que inclusive en algún momento cuestionará el
sistema de salud de su país.
Pese a todo lo
anterior, debo decir que la cinta no consigue conmover al espectador como se
espera. No obstante, vale la pena echarle un vistazo, sobre todo para apreciar
las interpretaciones (y desde luego cambios físicos) de McConaughey y Leto.
Quizás la falta
de fuerza del filme se deba a que se trata de “hechos reales” suavizados para
que el gran público no se sienta ofendido, al tratar temas relacionados con el
Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida.
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