Si hay un género que en verdad me gusta, este es el Western (italiano o americano). Sin
embargo, al ver Hell or High Water (Enemigo de todos) tuve ciertos
problemas, los cuales trataré de ampliar a continuación.
Me encontré con una película que retrata a un cierto sector
de la sociedad norteamericana que desde mi punto de vista no debería mostrarse
en estos momentos de tensión política. En principio, las acciones se
desarrollan en Texas, uno de los estados más icónicos de EEUU, lugar en donde
los ciudadanos aún usan pistola y sombrero de vaquero en el día a día, como si
todavía estuviéramos en el “Lejano oeste”.
Otra cosa que me disgustó fue que Jeff Bridges (quien por cierto estuvo nominado como mejor actor de
reparto en la pasada entrega de los premios de la academia) todo el tiempo
estuviera haciendo chistes racistas “a costillas” de su compañero de origen
mexicano.
Por otra parte, la historia es plana y no lleva a ningún
lado. Aunque debo reconocer que por algunos instantes me recordó a una película
similar. Estoy hablando de No Country
For Old Men, no por las situaciones que suceden sino por el tipo de
locaciones.
Se trata de un drama familiar en el que los malos del cuento
son los empleados de una institución bancaria.
Dudo que esta película sea apreciada como una gran obra del
cine, si no se toma en cuenta el contexto en el que se plantea la historia. Sin
descubrir ningún tipo de hilo conductor importante en la trama, me limitaré a
decir que el final de la cinta deja (como es costumbre en esta época) un final
abierto en el que el espectador tiene la última palabra.
Tal vez con un poco más de metraje y mejor exposición de los
conflictos centrales, tendríamos una obra fílmica un tanto más profunda. Como punto positivo me quedo con las
actuaciones de Chris Pine y Ben Foster como los hermanos Toby y Tanner Howard
respectivamente.
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