Después de
varios meses de no escribir una crítica cinematográfica, la película que me
trajo de vuelta a las reseñas fue La LaLand: una historia de amor, pues ella me recordó lo maravilloso que puede
llegar a ser el cine, cuando se cuenta una historia de manera correcta
Por cierto,
en esta semana comenzaré a revisar las cintas nominadas a mejor película del
Oscar para este 2017, por supuesto poniendo especial atención en La ciudad de las estrellas (título que
se le dio a La La Land en España).
Sin embargo,
hoy voy a centrarme en Fifty Shades
Darker,
la secuela de Cincuenta Sombras de Grey.
Lo primero que llamó mi atención es que la sala estaba completamente llena,
tanto de hombres como de mujeres de todas las edades.
Para poder
comprender un poco el contexto de esta saga, decidí echarle un vistazo a la primera
parte, pues creí que eso me haría falta para entender la motivación y
complejidad de los personajes. (¡Qué equivocado estaba!).
Apenas
terminaron de salir los títulos de inicio, entramos al departamento de Anastasia Steele y vemos como esta
recibe un gigantesco ramo de flores blancas, provenientes del Sr. Grey.
Como dato
curioso mencionaré que al término de la primera película, estos dos personajes
terminaron “disgustados”, por lo que el obsequio que la chica acaba de recibir
por poco termina en el cesto de la basura. Sin embargo, ella cambia de parecer
y lo deja sobre una mesa.
Después se
alista para ir a la presentación de una exposición fotográfica de su amigo
José. Al arribar a la exhibición Steele se da cuenta de que todas las imágenes
que se exhiben son suyas. De repente, se escucha a alguien decir que un
misterioso hombre ha comprado todos los retratos. ¿De quién se tratará? Me
pregunto yo.
Antes de que Anastasia
salga del lugar, es interceptada por Christian
Grey, quien literalmente le suplica que le dé una oportunidad para hablar
con ella. La muchacha accede y después de la cena ambos se besan.
Al día
siguiente se vuelven a encontrar, sólo que esta vez la conversación termina en
la alcoba. Lo que yo no alcanzaba entender a este punto de la película es cómo
era posible que una mujer que se quejaba de las costumbres así como del
comportamiento “oscuro” de su “novio” al momento de apagar las luces en la recámara
(Por eso fue precisamente que lo dejó), ahora le estuviese pidiendo que volviera
a esos hábitos.
Luego la
señorita Steele se entera de que su “macho alfa, lomo plateado” va a comprar la
editorial en donde trabaja. Ella le reclama diciéndole que no necesita su ayuda
para sobresalir en el ámbito laboral.
Por su parte,
Christian le contesta que la adquisición de esa empresa nada tiene que ver con
ella, sino que lo hace porque desea invertir en un negocio de esa clase, y
casualmente esa es la mejor compañía actualmente dentro del ramo.
La trama
sigue con altibajos y una que otra escena “subidita de tono” hasta que una
noche Anastasia llega al estacionamiento de su casa, sólo para encontrarse que
su auto ha sido destrozado por completo.
En ese
momento, el señor Grey se la lleva a un lugar seguro (Un Mega Yate), pues no
quiere que nadie le haga daño. Pocos días más tarde, cuando Steele ya está
viviendo en la casa del millonario, decide ir a su antigua morada para recoger
algunas de sus pertenencias.
Mientras “Ana” se encuentra revisando una
habitación, una “fan” de Christian aparece y amedrenta a Anastasia con un arma
de fuego lanzando un tiro al aire. Segundos después, abre la puerta el
mismísimo Grey, quien tan sólo con lanzarle una mirada intensa y lapidaria a la
intrusa, logra someterla por completo, quitándole el arma y poniéndola
literalmente de rodillas a sus pies (esa proeza sólo se la había escuchado a Gorilove). Acto seguido, Steele es
sacada del lugar por uno de los guardaespaldas de Christian.
Los
acontecimientos sinsentido siguen ocurriendo, hasta que Grey le pide matrimonio
a Anastasia. Ella por su parte le suplica que le dé tiempo para responder a su
pregunta. Después el millonario se alista para ir de viaje a cerrar un negocio
poco antes de su cumpleaños. En eso su novia le entrega un paquete cerrado y le
dice que no debe abrirlo hasta el día en el que celebrará su onomástico.
La escena se
corta y después vemos a Christian acompañado de una de sus asistentes pilotando
un helicóptero (Sí, él lo puede todo, inclusive elaborar cupcakes de mora azul
con ambas manos atadas a la espalda). De la nada ocurre una falla mecánica y la
aeronave comienza a comportarse de forma errática.
Grey no
pierde la compostura en ningún momento y trata de controlar el helicóptero a
toda costa. Sin embargo, los espectadores intuimos (sarcasmo) que el final de
esta “antítesis de caballero” está cerca, pues están a pocos metros de
estrellarse.
En eso
estamos, cuando la toma se corta y ahora nos encontramos en un bar en donde Anastasia
se dispone a tomar unos tragos. De repente, mira la televisión y escucha que la
nave donde viajaba su novio se estrelló. Lo bueno (al menos para ella) es que
aún no han encontrado ningún cadáver.
Esa misma
noche Steele regresa a la casa de Grey y “lloriquea” junto con los familiares
de éste.
Hasta que por
arte de magia ¡PUM!, se abren las puertas y ahí aparece Christian sin ningún
solo rasguño (bueno, quizás hay un poco de hollín en su rostro y ropa, pero eso
es todo).
Ambos amantes
se abrazan y ella le pide que abra el regalo de cumpleaños que le había
entregado con anterioridad. Grey lo hace y encuentra un llavero que en el
reverso contiene la palabra “¡SI!”.
Antes de
pasar al desenlace, se me había olvidado mencionar otra de las cosas más
ridículas que ocurrieron en esta cinta (Si, aunque no lo parezca hay más
incoherencias aún).
Recuerdan que
Steele trabaja en una editorial, ¿cierto?, Pues algo que no dije es que su jefe
directo (el editor de ficción) se la pasa toda la película “tirándole la onda”.
Inclusive en una ocasión se atrevió a tocarla. Esta acción hizo que uno de los
guardaespaldas de Grey entrara a ese edificio a “poner orden”.
Obviamente el
sujeto es despedido y en menos de lo que canta un gallo Anastasia deja de ser
la ayudante del editor, para convertirse en la jefa de esa área.
Además, “sus
brillantísimas ideas” son escuchadas con suma atención, al igual que acatadas por
la junta de consejo, sin que ninguno de los otros ejecutivos siquiera se atreva
a cuestionarla. ¿Casualidad, karma, destino, Grey Power? Tú decides.
Por último,
Grey organiza una fiesta para anunciar su enlace matrimonial con la señorita “Yo
puedo sola, claro que con mi novio millonario la vida es más fácil” Steele. A
todo el mundo le parece genial la idea, menos a la “Señora Robinson”, la
primera amante de Christian, interpretada por una desmejoradísima y llena de
botox Kim Basinger.
Ah sí, comienzan
los fuegos artificiales luego de que se hace oficial el compromiso de los dos
protagonistas. Luego la cámara se aleja y vemos al ex editor fumando un
cigarrillo, esperando su revancha con Mister Grey.
(Ya se anunció
que la parte final de esta trilogía se estrenará en febrero de 2018).
Si me
tocara calificarla yo le daría un 2/5, debido a que no creo que ninguna mujer
en su sano juicio aceptaría todas las propuestas del tal Christian (salvo que
se encontrara en severos apuros financieros y/o le guste “la vida fácil”).
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