jueves, 16 de febrero de 2017

Review: Fences 2016


Fences 2016

Fences tiene como motor principal a Troy Maxson (interpretado magistralmente por Denzel Washington), un hombre de carácter recio, quien está a punto de llegar a la tercera edad.


Es un hombre de familia de carácter férreo al que la vida no lo ha tratado del todo bien, a pesar de tener una buena esposa y dos hijos. Durante el primer acto de la cinta (nunca mejor dicho, pues no hay que olvidar que este guión cinematográfico se hizo a partir de la puesta en escena del mismo nombre). Troy se esfuerza por demostrarle a la audiencia de que todo lo que ha hecho a lo largo de esos años, ha sido lo correcto e inclusive anteponiendo el bienestar de los suyos al propio.


Por ejemplo, a su hijo mayor en una de las escenas, le niega diez dólares, argumentándole que él no conoce el valor del dinero que se gana con el sudor de la frente trabajando día tras día. También le reprocha a su vástago que se olvide de la música y mejor se ponga a hacer algo de provecho.


Es así como Fences nos habla justamente de las “cercas” que el protagonista pone a su alrededor. Por ejemplo, a su otro hijo lo saca del equipo de fútbol, diciéndole que aunque sea el mejor del equipo, jamás llegará a destacar pues es afroamericano y eso significa que como “negro” siempre estará a la sombra de un “blanco”, aunque este último sea muchísimo más torpe que él.


Los personajes secundarios acompañan Maxson de manera tal que nos permiten ir descubriendo cada una de las capas que lo componen. Sin embargo, hay un momento de la película en la que Rose (Viola Davis), la abnegada esposa del protagonista, dejándonos a todos boquiabiertos con sus atinadísimos parlamentos.


En resumen, se trata de un relato sencillo en el que los sueños frustrados y el temor por volver a sufrir una desilusión, hacen que Troy se aferre a lo que tiene, aunque sin dejar de añorar la vida que hubiera tenido, si se hubiera convertido en jugador de béisbol profesional.


De hecho, constantemente repite que en la vida tenemos tan sólo tres strikes. Por tanto, hay que tener cuidado de no dejarlos pasar, pues si lo hacemos, terminaremos “ponchados”.

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